BOLETÍN DIGITAL No. 526 LA VIDA COTIDIANA COMO ACONTECER SALVÍFICO
LA VIDA COTIDIANA COMO ACONTECER SALVÍFICO
‒ El tiempo ordinario ‒
A lo largo del año tenemos diferentes celebraciones que se organizan por medio del año litúrgico, un período cíclico anual en el que celebramos la Historia de la Salvación. Se distribuye en festividades y tiempos como la Navidad, Pascua y Cuaresma.
Cuando no hay “tiempos fuertes”, existe el tiempo ordinario en dos períodos, esto no es porque sean menos importantes, de hecho, “durante estos periodos estamos llamados a profundizar en los acontecimientos cotidianos de la vida de Jesús y reflejar sus enseñanzas en las circunstancias propias de nuestra vida” (cfr. Calendario litúrgico-pastoral 2023).
En este ciclo litúrgico vemos a un Cristo ya maduro, responsable ante la misión que le encomendó su Padre, lo vemos crecer en gracia y desvivirse por cumplir la voluntad de su Padre, El tiempo ordinario nos invita a asumir el misterio de Cristo, esto significa “tomar en serio ser discípulo, escuchar y seguir al Maestro en la vida cotidiana, no para poner entre paréntesis la vida común, sino para enfatizarla como momento salvífico”.
Estamos llamados a crecer, a madurar en la fe y esperanza, buscando a Dios en cada oportunidad de la vida. Este tiempo litúrgico es una oportunidad de “crecimiento y maduración, un tiempo donde el misterio de Cristo es llamado a penetrar progresivamente en la historia”. Se trata de profundizar en el acontecer diario de la vida de Jesús y aplicar sus enseñanzas en nuestras vidas.
“La vida cristiana es sencilla, no se necesitan cosas extrañas o difíciles; basta poner a Jesús en el centro de nuestras elecciones cotidianas” (Homilía Papa Francisco, 13/01/21). Así también nosotros, debemos buscar crecer y madurar nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor, sobre todo, cumplir con gozo la voluntad de Dios, ir configurando nuestra existencia en el confrontar nuestra vida con el proyecto de Jesús.
El “Emmanuel” nos sorprende en la vida ordinaria porque quiere suscitar caminos nuevos de plenitud entre nosotros. Nos preguntamos: ¿El centro de mi vida es Jesucristo? ¿Cuál es mi relación con él? ¿Doy sentido a mi peregrinación siguiendo a Jesús en lo ordinario?
P. Adrián Hernández Martínez. Vicario.
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