BOLETÍN DIGITAL No. 521 DEJARSE AMAR POR DIOS EN JESUCRISTO

DEJARSE AMAR POR DIOS EN JESUCRISTO


‒ 14 de diciembre: San Juan De la Cruz ‒

En estos días de mucho bullicio, hablemos de san Juan de la Cruz, el “Doctor místico”. Nació en 1542 en el seno de una familia muy pobre, porque su papá Gonzalo, de origen noble, había sido corrido de su casa y desheredado por haberse casado con Catalina, una humilde tejedora de seda. Juan se quedó huérfano de padre a tierna edad. El apoyo a la reforma del Carmelo de santa Teresa de Ávila le costó graves sufrimientos: por una acusación injusta permaneció encarcelado durante meses, sometido a privaciones y constricciones físicas y morales. 

La vida de san Juan de la Cruz fue una vida muy dura, práctica y concreta, tanto como reformador de la Orden, donde encontró muchas oposiciones siendo superior provincial, como en la cárcel, donde estaba expuesto a insultos increíbles y a maltratos físicos. Fue una vida dura, pero, precisamente en los meses pasados en la cárcel, escribió una de sus obras hermosas: el célebre Cántico espiritual (Cfr. Benedicto XVI, Audiencia General, 16/02/11).

La propuesta de san Juan de la Cruz para nosotros discípulos ordinarios de Jesús es que “el camino con Cristo no es un peso añadido al ya suficientemente duro fardo de nuestra vida, sino que es una cosa totalmente distinta, es una luz, una fuerza, que nos ayuda a llevar este peso. Si un hombre lleva dentro de sí un gran amor, este amor le da casi alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; esta es la fe: ser amado por Dios y dejarse amar por Dios en Jesucristo” (Ibid.). 

El profeta Isaías, en la segunda semana de Adviento, nos recordaba: “aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan” (Is 40,31). Jesús dirá: “mi yugo es suave mi carga ligera” (Mt 11,30). Este dejarse amar es la luz que nos ayuda a llevar el peso de cada día. 

San Juan de la Cruz no voló “en nubes místicas”, sino que transitó un arduo camino hacia la cima de la perfección, hacia la santidad, que consiste en abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios entre y así encontrar la fuerza y la alegría de sentirse salvados. Pidamos a Jesús que nos ayude a encontrar esta santidad y a dejarnos amar por Dios.

P. Florentino Lucas Valdez.                                                                                                                    Párroco.                                                                                       


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