BOLETÍN DIGITAL No. 523 LA GRANDEZA DE LA PEQUEÑEZ
LA GRANDEZA DE LA PEQUEÑEZ
‒ ¡Feliz Navidad! ‒
En vísperas de la navidad las familias suelen reunirse para compartir momentos de felicidad, adornando la mesa con platillos exquisitos, regalos costosos y muy pocos se preparan para la llegada del niño Dios, más bien viven una navidad consumista y comercial. La esencia de la Navidad se ha ido perdiendo a través de los tiempos, convirtiéndose en una fiesta mundana. El poder de la seducción se impone, a través de la publicidad, que nos atrae irresistiblemente.
Después del tiempo de preparación del Adviento, de conversión y vigilante espera, se escucha el gran anuncio de que Dios viene para salvar a la humanidad entera: “Una luz resplandeció. Porque un niño nos ha nacido… y su nombre será Príncipe de la paz, desde ahora y para siempre” (Isaías 9,1.5.6). Pero este niño es colocado por su madre en un pesebre de animales: “lo acostó en un pesebre” (Lc 2,7). De esta manera, Dios se hizo visible, tocable y va a salir de este mundo como un delincuente ejecutado.
“Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” (Lc 2,12). Aquí está la esencia de la Navidad: “Para encontrar a Jesús, hay que llegar allí, donde Él está; hay que rebajarse, hacerse pequeño” (Papa Francisco, A los que han ofrecido el árbol de navidad y los dos belenes, 3 diciembre 2022). Si realmente queremos celebrar la navidad, debemos encontrar la grandeza de la pequeñez.
La fragilidad y la pequeñez son las características que nos ayudan a reconocer al Hijo de Dios que nace de nuevo entre nosotros. Ojalá que en las fiestas de Navidad abramos un espacio para las personas que no visitamos, mirar a nuestro alrededor y descubrir a la persona más débil de nuestro ambiente, compartirle lo que podamos, pero, sobre todo, la alegría navideña.
No nos dejemos seducir por el poder que satisface las apetencias y los caprichos de una vida consumista y mercantilista que nos deja vacíos de corazón y de los bolsillos. Dejémonos seducir por el Dios que nos ama tanto que comparte nuestra humanidad y nuestras vidas. Implorémosle que suscite en nuestros corazones la reconciliación y la fraternidad. Deseo que en sus hogares no falte el amor y que nazca nuevamente el niño del pesebre. ¡Feliz Navidad!
Alondra Lizeth Sosa Hernández.
Integrante de la Pastoral de la Comunicación.
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