BOLETÍN DIGITAL No. 500 DEL PECADO A LA DIGNIDAD FEMENINA

DEL PECADO A LA DIGNIDAD FEMENINA

‒ Santa María Magdalena‒

Uno de los personajes de la historia que llama mucho la atención y no deja de tener actualidad es María Magdalena, porque se ha convertido en un símbolo de la mujer actual que busca liberarse de aquello que la impide ser ella, para después, libre y madura, desarrollar todas sus capacidades, ponerlas al servicio de los demás y encontrar su lugar en la sociedad, aportando aquello que le corresponde desde su feminidad. 

Pero, ¿quién fue María Magdalena?, ¿qué fue lo esencial de su cambio? No podemos entender a María Magdalena sin Jesús, quien definiendo su propia misión había expresado: “el hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido” (Lc 10, 19). Entre lo que se “había perdido”, Jesús salvó a una mujer de nombre María, originaria de la aldea de Magdala, en el lago de Galilea, y llamada por ello Magdalena.

Entre los que acompañaban a Jesús iba “María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lc 8, 2). Jesús “la salvó de un total sometimiento al maligno. Esta curación profunda consiste en una reconciliación de la persona en ella misma y en todas sus relaciones. En efecto, el maligno intenta siempre arruinar la obra de Dios, sembrando división en el corazón humano” (Benedicto XVI, Ángelus, 22 de julio 2012).

Liberada, María Magdalena se convierte en Discípula de Jesús cuando se le apareció Jesús resucitado (cf. Jn 20, 11). La historia de María Magdalena nos recuerda que “discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él y lo ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo del poder de su amor misericordioso” (Benedicto XVI, Ángelus 23 de julio 2006).

Es de la experiencia de la resurrección del crucificado, testificada por María Magdalena, de donde nace la Iglesia cristiana. Su memoria litúrgica la celebraremos el próximo 22 de julio. Será la oportunidad de descubrirla como ejemplo de fe que se arrepiente de sus pecados, como icono del protagonismo de las mujeres en la Iglesia y de la lucha por la libertad de las mujeres en la construcción de una sociedad sin violencia.

Claudia Elizabeth Pérez De la Cruz,

Coordinadora de la Pastoral de la Comunicación.

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