BOLETÍN DIGITAL No. 494 EL REGALO MÁS PRECIOSO

EL REGALO MÁS PRECIOSO

‒ La solemnidad de Pentecostés ‒

En la actualidad se enfrentan cambios que nos desafían. Por un lado, los fenómenos naturales que nos preocupan y que están a la vuelta de la esquina (sequía, ciclones y todos los efectos del cambio climático). Por otro lado, sentimos cómo nuestro país se cae a cuentagotas, en medio de un mundo donde los seres humanos nos hemos vuelto aterradores, las armas no paran de comercializarse, los asaltos están incontenibles y la inseguridad está más cerca de nosotros.

“Yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito” (Jn 14, 16). Durante la última cena, Jesús se dirige a sus discípulos y les promete pedir al Padre el don del Espíritu Santo. Es llamado también “Paráclito” es decir, “Espíritu consolador”, aquel que por su acción consoladora ayuda a que los miedos desaparezcan porque trae el consuelo. “Les conviene que me vaya; porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Consolador” (Jn 16, 7).

Para nuestra Iglesia, hablar del Misterio de Pentecostés es hablar de alegría. Con la grandiosa manifestación del Espíritu a los primeros discípulos se completa la fundación de la Iglesia y, no solo nace, sino que empieza su expansión, (cf. Hch. 2, 1-47). Desde entonces, por la acción del Espíritu Santo, la Iglesia ha sido constantemente regenerada y asistida a lo largo de los siglos como Cuerpo de Cristo y Templo vivo del Espíritu. (cf. 1 Co 12, 13-27).

Los discípulos misioneros de Jesús han de acostumbrarse a vivir a dos niveles: en un plano siguen dominados por la vieja realidad del mundo, la violencia de la historia que ha matado a Jesús en el Calvario; pero, en otro, ellos se saben ya salvados, habitantes de la nueva tierra de gratuidad iniciada en Jesús. Esta nueva historia de la Pascua está definida por la acción del Espíritu Santo que es poder de liberación y fuente de experiencia comunitaria y misionera. 

El resucitado sopló sobre sus discípulos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo” (Jn 20, 22). La pregunta que hay que hacernos hoy es si creemos que hemos recibido el Espíritu Santo en nuestro bautismo y si lo seguimos recibiendo cada día a través de los sacramentos, como el regalo más precioso que nos dejó el Señor, para vivir una fe que sea capaz de dejarse llevar por Dios. Somos espirituales cuando anteponemos la acción del Espíritu al nuestro.

Javier Guillermo Pérez, Integrante de la pastoral de la comunicación.


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