BOLETÍN DIGITAL No. 473 SOLIDARIDAD PLENA CON EL SER HUMANO

SOLIDARIDAD PLENA CON EL SER HUMANO

--El Bautismo de Jesús--

¿Recuerdas la fecha de tu bautismo? El bautismo es un acontecimiento crucial en nuestras vidas. “Celebramos esta festividad después del día de la Navidad, ya que viene a ser como un nacimiento” (LH tomo I, pág. 506). El bautismo cristiano es una humillación con Jesús en una inmersión en el agua como elemento de muerte y regeneración. San Lucas dice que “Juan recorrió toda la región del Jordán anunciando un bautismo de conversión” (Lc 3,3).

Y agrega: “Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado” (Lc 3,21). Que Jesús se deje bautizar con el pueblo que quiere la conversión y la purificación de sus pecados es ya, en su primer acto público, una manifestación de su solidaridad con todos los pecadores. Es un signo de humildad, de hacerse plenamente hombre. Su bautismo es solidaridad con los pecadores que han de purificarse.

Esto debe ponernos a reflexionar, si Jesús quiso asumir nuestra naturaleza humana, hasta ponerse en la fila de los pecadores, ¿cuánto más nosotros tenemos que estar en la fila de la conversión? Además, se narra que “del cielo llegó una voz que decía: tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco” (Lc 3,22). Esto sucedió mientras Jesús “oraba”. Ahí en lo profundo, Jesús experimenta la convicción íntima de ser el “Hijo predilecto” de Dios.

Es por esto que, esta fiesta es relevante para nosotros. Vemos la humildad del Hijo que se pone en la fila de pecadores, es señalado por el Padre como el Hijo predilecto, son dos puntos fundamentales del Evangelio de este domingo que nos ayudará a meditar. Recordemos nuestro propio bautismo, el que nosotros hemos recibido en la Iglesia, el que nos hace hijos de Dios, es un día para ser recordado y celebrado. 

Agradecemos a las personas que han intervenido en nuestra vida cristiana: el sacerdote que nos bautizó, nuestros padres y padrinos, aquellos que nos han ayudado a crecer en la fe. Ojalá nazca el propósito de renovar el bautismo cada día de nuestra vida al descubrir el modo que Dios emplea para salvarnos: Jesús no solamente se hace hombre, sino que se hace pecado. El que no era pecado, cargó con los nuestros y descendió a las aguas bautismales del Jordán.

Claudia Elizabeth Pérez de la Cruz

Coordinadora de la Pastoral de la Comunicación.  


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