BOLETÍN DIGITAL No. 465 LA NACIÓN MEXICANA, UN PROYECTO NO ACABADO

LA NACIÓN MEXICANA, UN PROYECTO NO ACABADO

-- 111 aniversario de la Revolución mexicana --

Más metidos en el puente vacacional que será el lunes 15 de noviembre debido a que el 20 de noviembre se desplaza por el 111 Aniversario de la Revolución Mexicana y, si a esto le agregamos todo el ambiente comercial alrededor al “Buen Fin”, lo más seguro es que lo que menos interesa es saber sobre la Revolución mexicana. Desde la fe cristiana, ¿cómo situarla?

Era el 5 de octubre de 1910 cuando Francisco I. Madero, exiliado en tierra estadunidense, promulgó el “Plan de San Luis” en el que convocaba a rebelarse contra el gobierno de Porfirio Diaz el 20 de noviembre. Llegó la fecha y no pasó nada. La noticia se regó en el norte del país que hizo renunciar a Porfirio Diaz. Así arranca la Revolución mexicana y termina con la definición de la guerra civil en 1915 y la firma de la Constitución de 1917.

Los obispos mexicanos en la carta pastoral “Conmemorar nuestra historia desde la fe para comprometernos hoy con nuestra patria”, nos comparten las siguientes reflexiones. “La revolución mexicana intentó configurar un pueblo democrático y más justo” (n° 21). En esto, “los católicos participaron activamente en la búsqueda de una sociedad más justa y democrática” (n° 20), a través de grupos e instituciones católicas de orientación social.

Esto no gustó a los constituyentes más radicales que “limitaron y proscribieron las actividades y participación publica de la Iglesia, llegando a negarle toda personalidad jurídica en la Constitución de 1917” (n° 48). Pero lo católicos percibieron “el fruto de sus luchas en la redacción del artículo 123 de la Constitución, donde reconocieron la doctrina de la Rerum Novarum, que había sido su gran bandera a favor de la justicia social” (n° 49). 

La intención de dar “a la Nación un sustento legal necesario para una vida social y política ordenada y justa, se logró solo en parte”. Se reconoce “el intento de proteger los derechos humanos, la defensa de la integridad territorial y de los derechos de los trabajadores. Una nación es siempre un proyecto no acabado”. Se admite que muchos cristianos se condujeron con violencia. “Los católicos, aunque miramos siempre la Jerusalén Celeste, sabemos que ésta en parte se consigue con la construcción de una ciudad terrera justa y solidaria” (n° 50).       

P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.

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