BOLETÍN DIGITAL No. 452 LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

-- Fin y sentido último del camino de la vida --

Durante los tres domingos anteriores se compartieron los temas María Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos y Puerta del cielo, como una forma de prepararnos a celebrar la Asunción de la Virgen María, fiesta de hoy en nuestra comunidad parroquial y de toda nuestra Diócesis por ser nuestra Patrona. En el Credo profesamos la fe en la resurrección de la carne y en la vida eterna, fin y sentido último del camino de la vida, promesa cumplida en María.

Jesucristo es el único Mediador entre Dios y los hombres. Cada oración que elevamos a Dios es por Cristo, con Cristo y en Cristo y se realiza gracias a su intercesión: “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hech, 4,12). De la única mediación de Cristo toman sentido y valor las otras referencias, en primer lugar, la Virgen María, la Madre de Jesús (cf. Papa Francisco Audiencia General, 24 marzo 2021).

Ella ocupa en la vida del cristiano un lugar privilegiado, porque es la Madre de Jesús. Es la que “indica el camino”. María está totalmente orientada a Jesús, a tal punto que podemos decir que es más discípula que Madre. Así aparece en las bodas de Caná cuando dice “hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5); señala a Cristo, es la primera discípula. María ha sido siempre en su vida terrena la humilde sierva del Señor, nada más.

Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia encomendándosela al discípulo amado en la cruz: “Ahí tienes a tu madre” (Jn 19,27). Estamos colocados bajo su manto: “Bajo tu amparo nos acogemos santa Madre de Dios”. Como Madre le damos bonitos títulos, pero esto no quita la unicidad redentora de Cristo. Le rezamos como en los Evangelios: “llena de gracia”, “bendita entre las mujeres” y en el Ave María le decimos “Madre de Dios”. 

A nuestra Madre también le pedimos que ruegue por nosotros pecadores, para que interceda con su ternura, “ahora y en la hora de nuestra muerte”. María ha estado en la pandemia con las personas que han terminado su camino terreno sin el consuelo de sus seres queridos. María está ahora en la gloria de Dios, allá nos espera. Es un signo de consuelo y esperanza, porque si ella lo ha alcanzado, también nosotros podremos lograrlo. Es nuestro “espejo”.

P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.

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