BOLETÍN DIGITAL No. 450 MARÍA, CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS

MARÍA, CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS

-- Rumbo a la fiesta patronal --

Seguimos preparándonos para nuestra fiesta patronal en honor a Nuestra Señora de la Asunción ahora con este tema que nos ayuda a descubrir a la Virgen María como consuelo de los tristes y afligidos. Actualmente ante las decisiones preocupantes de quienes nos gobiernan, enfrentamos tiempos de duras aflicciones. Ante estos días difíciles, nos vemos necesitados de consuelo, de aliento, en nuestro peregrinar a donde está María, asunta al cielo. 

Dios siempre consuela a su pueblo con sus acciones cuando viene en su ayuda, por ejemplo, cuando estaba sometido a la opresión: “el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto cómo los oprimen los egipcios” (Ex 3,9). Pero, el mayor consuelo que nos ha dado ha sido su hijo Jesús. Así “esperaba el consuelo de Israel” (Lc 1,25) Simeón, quien bendice a Dios al tener al niño Jesús en sus brazos. 

De ahí que a la Virgen María la llamemos “Consoladora de los afligidos”, porque por medio de ella Dios envió a su Hijo, consuelo de su pueblo. Por una parte, María sabe de dolor, pues una espada le atravesó el alma (cf. Lc 2,35), le anunciaron que su bebé y ella iban a sufrir mucho y lo hizo con paciencia, sencillez, generosidad y confianza en Dios, aceptando con amor que su amado Hijo tuviera que padecer para salvarnos a todos.

Por otra parte, cuando estuvo junto a Jesús en la cruz, se cumplió aquello de: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (Mt 5,5). María, después de la resurrección de su Hijo, recibió ese consuelo y, por eso puede consolar a sus hijos en toda tribulación. El Concilio Vaticano II afirma que “La Madre de Jesús precede con su luz al pueblo de Dios peregrinante, como signo de esperanza segura y de consuelo” (LG 68).

La consolación es solidaridad para reconfortar a quien lo necesita. El dolor, la enfermedad, la pérdida de un ser querido y la muerte misma lo podemos ofrecer y unir a Jesús, en Él y en su Madre tenemos a quienes acudir para consolarnos y encontrar la fuerza para liberarnos de lo todo lo que nos oprime (cf. Jorge Alvarenga, María Consuelo de los afligidos). Invoquémosla en las letanías diciéndole: ¡Consuelo de los Afligidos, ruega por nosotros!

Javier Guillermo Pérez, Integrante de la Pastoral de Comunicación.


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