BOLETÍN DGITAL No. 449 MARÍA, SALUD DE LOS ENFERMOS


MARÍA, SALUD DE LOS ENFERMOS

-- Rumbo a la fiesta patronal --

Como parte ya del festejo a la Virgen de la Asunción, patrona de nuestra comunidad parroquial, nos acercamos a ella en estos tiempos de pandemia, por medio de tres letanías: Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos y Puerta del cielo. Muchas personas están afectadas por dificultades físicas, económicas, psicológicas y espirituales, incluyendo situaciones de muerte. Es una crisis de gran magnitud que nos afecta a todos.

Mucha gente sigue contagiándose y muriendo a causa del coronavirus que nos asola, estamos de lleno en la tercera ola. Muchas personas están solas, asustadas y deprimidas. Algunas otras que no cuentan con trabajo o temen perderlo. Nuestra gente necesita un liderazgo sabio, prudente y compasivo ahora más que nunca, pero desgraciadamente se descubre que muchas autoridades locales y nacionales están más enfocadas en sus agendas personales y políticas. 

En este contexto, sentimos la necesidad de dirigirnos a María como Salud de los enfermos. En el comienzo, Dios hace una advertencia y una promesa: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; y su descendencia te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de morder su talón” (Gen 3,15). San Pablo afirma que esto tiene su cumplimiento: “Cuando se cumplió el plazo envió Dios a su hijo, nacido de una mujer, sometido a la Ley, para rescatar a los que estaban sometidos a la Ley” (Gál 4,4). Dios no nos ha abandonado.

María nos ha traído a este mundo al Médico que cura todas las enfermedades. Por ello le decimos “Salud de los Enfermos”. Ella escuchó en el relato de la Anunciación: “No hay nada imposible para Dios” (Lc 1,37). María no ha dejado de realizar esta labor maternal, de ahí que nosotros acudamos a su maternidad para sanar las heridas del cuerpo y del alma. 

Una vez Asunta al cielo, María continúa practicando esta misma maternidad. Ella es la mediadora de todas las bendiciones, la que colaboró en la salvación de todos nosotros. Por eso es importante que la invoquemos durante la pandemia, recordando sus palabras amorosas: “No temas esa enfermedad ni otra alguna enfermedad y angustia. ¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y regazo? ¿No soy yo tu salud?” (Nican Mopohua).

Claudia Elizabeth Pérez de la Cruz, Coord. Pastoral de Comunicación.

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