BOLETÍN DIGITAL No. 433 “¿ME AMAS?” (Jn 21,15)

“¿ME AMAS?” (Jn 21,15)

--¡Felices Pascuas!” --

Hemos vivido la Semana Santa, días en que hemos acompañado a Jesús que se presentó ante el mundo ofreciendo su persona totalmente vulnerable (así como nosotros nos hemos sentido por causa de la pandemia) y, de esta manera, nos reveló el amor de Dios. Este es el mensaje que como discípulos suyos debemos de compartir: Dios nos ama, no por lo que hacemos y logramos, sino porque Dios nos ha creado y ha salvado por amor, fuente de toda vida humana.

Jesús no se sentía dueño de la salvación, sino que la recibía como regalo de su Padre Dios. “Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: ¡Anda! Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz” (Mc 15,29-30). Pero Jesús se sabía en las manos de Dios y confió en Él hasta el final, incluso, en el grito desesperado que soltó desde la cruz, fue una experiencia de confianza.

El desafío de hoy para los discípulos de Jesús es proclamar su irrelevancia, su vulnerabilidad y fragilidad en el mundo pandémico, como una llamada y un camino que les permita seguir los pasos de Jesús y así entrar en una profunda solidaridad con la angustia y el dolor de los demás, que se descubre por todas partes, y llevar hasta allí la luz de Jesús. Se trata de contestar a la misma pregunta que le hicieron a Pedro tres veces: “¿Me amas?” (Jn 21,15). 

Escuchemos esta pregunta, ella nos puede permitir que nos sintamos irrelevantes, frágiles y, al mismo tiempo, darnos confianza en nosotros mismos. El mundo no le prestó atención a Jesús, lo crucificó. Este Jesús rechazado, preguntó sencillamente: “¿Me amas de verdad?”. Él que tuvo como única meta anunciar el amor incondicional de Dios, no hizo más que una pregunta: “¿Me amas?”. ¿Amamos a Jesús? ¿Conocemos al Dios encarnado?

Solo en Jesús conocemos el corazón de Dios que perdona, que ama y que sale a nuestro encuentro. En este corazón no hay lugar para el resentimiento ni el odio, es el primer amor de Dios: “Amamos a Dios, porque él nos amó primero” (I Jn 4,19). El afecto que recibimos de los demás es el segundo amor y que a menudo nos deja insatisfechos. La Buena Nueva es que este segundo amor es un reflejo desfigurado del primer amor. ¡Felices Pascuas!  

P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.

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