BOLETÍN DIGITAL No. 432 “LA VIDA LA DOY PORQUE QUIERO” (Jn 10,18)

“LA VIDA LA DOY PORQUE QUIERO”         (Jn 10,18)

--Arrodillarnos ante el amor crucificado y luminoso de Jesús--

Llegamos a la Semana Santa. La gran sorpresa es que Veracruz ha sido puesto en semáforo verde, pero la pandemia continúa de oleada en oleada. La vacuna suscitó muchas expectativas, pero no está llegando con rapidez a la población (solo el 4.3 por ciento del total), ya sea porque no hay suficientes vacunas, o por negligencia en la organización o por manejo político. Lo cierto es que estamos todavía rodeados de pandemia. 

En estos días santos nos encontraremos con el misterio más inquietante de la vida: la muerte a través de la de Jesús. Por tanto, la Semana Santa es la oportunidad de contemplar este misterio de frente, arrodillarnos ante Jesús muerto y meditar con Él, porque la muerte nos visita en forma de cana, de arruga, de falta de ilusión, de pandemia, de pecado y experimentar que la muerte de Jesús es salvación porque es servicio de amor “hasta el extremo” (Jn 13,1).

Se trata de contemplar el gesto salvador de Jesús con agradecimiento, respeto y fe en la ofrenda que hace de su vida por amor a la humanidad: “la vida nadie me la quita, yo la doy porque quiero” (Jn 10,18), abrirnos a su propuesta salvadora para no hacer inútil su amor crucificado. Pero esto no queda ahí, este amor se vuelve luminoso en la resurrección. No nos quedamos en la muerte. La vida también es esperanza de primavera, es futuro, es justicia.

Seguiremos las orientaciones de la Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica en la Semana Santa durante la pandemia: el Domingo de Ramos haremos la bendición de palmas en el templo sin procesión; el Jueves Santo, en la Última Cena de Jesús se suprime el lavatorio de pies y la traslación del Santísimo Sacramento; el Viernes Santo se hará el viacrucis virtual  y en la tarde, en la celebración de la muerte de Jesús, la adoración de la Cruz con el beso será solo realizada por el celebrante; el Sábado Santo, en la Vigilia Pascual, la bendición del fuego se hará en el interior del tempo y sin procesión y se reduce también el número de lecturas.

Las medidas sanitarias seguirán en la entrada del templo, por la calle Médico Militar: llegada media hora antes, el gel antibacterial, el cubre bocas, la sana distancia y un cupo de 180 personas, con una participación responsable no multitudinaria para que gritemos la vida resucitada.

P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.

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