BOLETÍN DIGITAL No. 427 “EL ESPOSO LES SERÁ QUITADO” (Mc 2,20)
“EL ESPOSO LES SERÁ QUITADO” (Mc 2,20)
--La pandemia nos ha quitado la fiesta--
¡Estamos ya en Cuaresma! La iniciamos el miércoles pasado con el signo de la ceniza que ahora la recibimos de manera diferente por la pandemia. Este tiempo fuerte nos propone una revisión sincera y pacífica de nuestra vida, una conversión. Pero, ¿por qué tengo que transformarme?, ¿qué tiene que provocar mi cambio de mentalidad? ¿hacia dónde tenemos que orientar nuestro cambio?, ¿estrictamente hablando, la conversión la realizamos nosotros?
El viernes después de ceniza, escuchábamos en misa aquel texto de san Mateo en el que Jesús afirma que mientras el esposo esté con sus amigos no pueden llevar luto, (cfr. Mt 9,14-15). Si vamos al evangelio de Marcos, descubriremos que está colocado al inicio de la actividad de Jesús. ¿Por qué este texto al inicio de la Cuaresma? Quizás para recordarnos la meta de este camino, pero también una oportunidad para nosotros de sumergirnos en éste misterio.
En el principio de su camino mesiánico, Jesús viene a comer y a invitar a las bodas del Reino (Mc 2,15-17). Jesús nos ofrece la alegría de la vida, la oportunidad del encuentro, la expresión de su amor entre nosotros: “Mientras está con ellos el esposo, no pueden ayunar” (v. 19) (Mc,2,19). Jesús hace la fiesta, nos regala el gozo de su presencia cuyo signo es la comida en compañía. Lo fundamental es la Pascua. El cristianismo es fiesta y comunión.
Pero, “llegará el día en que el esposo les será quitado y entonces sí ayunarán” (Mc 2,20). Jesús entrega la vida al servicio de aquellos a los que ama, para que esa comida se pueda ofrecer en solidaridad fecunda a todos los que sufren en la tierra: a los hambrientos, perseguidos, excluidos, a los enfermos por el coronavirus. Por ellos tendrán que ayunar los seguidores de Jesús de tristeza por el esposo que padece y en solidaridad en esta Cuaresma.
La ausencia del esposo se refiere entonces a la muerte de Jesús, perseguido, torturado, asesinado. Somos nosotros mismos quienes nos hemos privado de esta ausencia al resistirnos a su invitación de soñar juntos en el encuentro fraterno generando la comunión. Así como la pandemia nos ha quitado la fiesta por nuestro estilo egoísta de vivir, así también nosotros nos hemos quitado al esposo. Pero, podemos retomar la invitación del esposo. Es cuaresma.
P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.
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