BOLETÍN DIGITAL No. 424 “LUZ PARA ILUMINAR A LAS NACIONES” (Lc 2, 32)
“LUZ PARA ILUMINAR A LAS NACIONES” (Lc 2, 32)
--Fiesta de la Candelaria--
La fiesta de la Candelaria, se lleva a cabo cada 2 de febrero y tiene su origen en dos pasajes importantes de la Biblia: “La Purificación de María y la Presentación del Niño Jesús al templo”. En México, las expresiones de fe para este día son amplias y giran sobre todo alrededor de la imagen del Niño Dios y de su bendición que hacen las Iglesias.
En el tiempo de Jesús, la Ley de Moisés prescribía que todas las mujeres debían presentarse al templo 40 días después de haber dado a luz para purificarse. Aunque María dio a luz a Jesucristo sin perder su virginidad, ella se presentó en el templo para cumplir con lo que prescribía la Ley. “Cuando se cumplieron los días de la purificación prescrita por la ley Moisés, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como prescribía la ley del Señor: Todo primogénito varón será consagrado al Señor” (Lc 2, 22-23).
De acuerdo con el evangelista Lucas, vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso. Conducido por el Espíritu Santo fue al templo al mismo tiempo que María y José. Tomó al niño y exclamó: “Ahora, Señor, según Tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos; Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel” (Lc 2, 29-32).
Tomando en cuenta las palabras del anciano Simeón, que llama a Jesucristo “Luz para iluminar a las naciones” (Lc 2, 28), la Misa de este día se inicia con la bendición de velas encendidas con las que los fieles entran en procesión. La imagen del Niño Jesús, que muchas familias mexicanas tienen en sus hogares y que incluso pasa de generación en generación, nos recuerda que el Hijo de Dios se hizo hombre por nosotros. Se le lleva al templo cada 2 de febrero, como María y José hicieron con el Niño.
Dios haga descender su luz sobre todos los fieles bajo la intercesión de María y José. “Corramos todos al encuentro del Señor […] nadie deje de participar en este encuentro, nadie deje de llevar su luz. Llevemos en nuestras manos cirios encendidos, ya para significar el resplandor divino de Aquél que viene a nosotros […] ya, sobre todo, para manifestar el resplandor con que nuestras almas han de salir al encuentro de Cristo” (Obispo san Sofronio) ¡Vivamos la fiesta de la Candelaria apegada a nuestra fe!
P. Adrián Hernández Martínez, Vicario.
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