BOLETÍN DIGITAL No. 422 “VENGAN A VER” (Jn 1,39)
“VENGAN A VER” (Jn 1,39)
--Aun cuando la esperanza se cansa--
Es muy frecuente que al principio de cada año se acostumbre a hacer una larga lista de buenos propósitos: hacer más ejercicio, comer más nutritivo, aprovechar el tiempo, ser amable, etc. Pero estos propósitos se esfuman rápido y continuamos con la misma rutina. No cambiamos.
No hay que olvidar que todos los organismos vivos se ven obligados a cambiar y a adaptarse, si quieren resistir, persistir o vivir. Es eso lo que pasa con el mismo coronavirus que cambia para poder resistir (hay nuevas cepas), a diferencia de nosotros seres humanos, que a pesar de la pandemia que estamos padeciendo, continuamos sin cambiar nuestro estilo de vida y nuestras costumbres. Parece ser que este virus es más inteligente que nosotros, él sí cambia para no desaparecer, en cambio, nosotros no cambiamos y estamos desapareciendo.
Al inicio soñábamos que saldríamos fortalecidos de esta pandemia y que sacaríamos una lección muy importante después de meses de convivencia con este virus. Pero la realidad nos despierta del sueño, sobre todo porque continuamos comportándonos como si no existiera el virus, así lo demuestran los datos epidemiológicos y la tendencia al alza de los indicadores del covid-19, que nos dicen que no estamos haciendo bien las cosas y que la esperanza se cansa, pero la vida necesita seguir respirando, reavivándola con el eco de Dios en las palabras.
El ser humano se realiza si ejercita cuatro miradas: hacia fuera o el mundo, hacia arriba o trascendente, hacia dentro o interioridad y hacia delante o el futuro. ¿Por qué hay desesperanza? Porque no se dan estos movimientos y se produce una profunda soledad que genera pesimismo. Sin la presencia de Dios, ¿qué es del prójimo? Hoy se da la absolutización del individuo que se convierte en el centro del universo y no está dispuesto a ordenarse a ningún fin comunitario, ni a elevarse a nada que lo trascienda.
San Agustín vuelve con decisión a la esperanza al dejarse convertir por Dios: “Yo no era humilde para reconocer por mi Dios al humilde Jesús, ni sabía de qué cosa pudiera ser muestra su flaqueza”. Quien deja que se acerque Jesús a su vida y lo sigue, sabe quién es Dios y quién es su prójimo: “vengan a ver” (Jn 1,30). La esperanza siempre lo acompañará.
P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.
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