BOLETÍN DIGITAL No. 414 DIOS EN NUESTRA HISTORIA


DIOS EN NUESTRA HISTORIA

--El fin del año litúrgico--


Ya se está terminando el tiempo ordinario y, con él, el año litúrgico. Hoy, domingo 22 de noviembre, es el último y lo finalizamos con la solemnidad de Jesucristo Rey del universo. Este año litúrgico fue un año sin precedentes por el coronavirus y los estragos que ha causado en nuestros pueblos y ambientes eclesiales, interrumpiendo, no la celebración del año litúrgico, pero sí la participación presencial, que nos llevó a recurrir a lo virtual.  

En efecto, habíamos pasado ya el tercer domingo de cuaresma cuando, después de haber vivido el concurrido retiro parroquial en la comunidad de El Higueral, se suspendieron las misas con público un martes III cuaresmal y, de ahí en adelante, empezamos a sentir una verdadera penitencia con el transcurrir de los días cargados de preguntas que surgieron desde lo más profundo del ser como consecuencia del desconcierto, anhelando una resurrección.

Y, ¡llegamos a la Semana Santa!, pero, ¿cómo?, seguimos igual, y ¿ahora? La pasión, muerte y resurrección de Jesús las celebramos en casa. Fue diferente, pero experimentamos que Jesús resucitado viene al encuentro de nuestro caminar cansado, sufrido y sin rumbo, que nos comparte su presencia y fuerza, para reanimarnos a balbucear: “¿Acaso no ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino?” (Lc 24,32)… Así vivimos la Pascua en familia.

Sin embargo, el coronavirus se quedaba en nuestras vidas. Se suspendieron las primeras comuniones, las confirmaciones, la misma fiesta patronal se tuvo que celebrar distinto, eso sí con una catequesis mariana virtual que nos ayudó a descubrir el papel de la Virgen María en nuestra vida cristiana. En octubre, retomamos las misas presenciales, sin que esto signifique que realizaremos de igual forma las peregrinaciones guadalupanas y las posadas.

La celebración del misterio de nuestra fe se realiza en el tiempo. Dios ha entrado en la historia humana para darle sentido, incluso a lo difícil y contradictorio. El año litúrgico no puede ser un calendario de fechas, sino un camino de fe en espiral en el que nos sentimos sacudidos, amados, acompañados y comprometidos en la construcción de un mundo más solidario. Ojalá hayamos crecido, en medio de la pandemia, en la configuración con Jesús, nuestra esperanza. 

P. Florentino Lucas Valdez, Párroco.

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