BOLETIN DIGITAL NO. 410 JESÚS CONOCIDO Y AMADO EN LA MEDITACIÓN DEL ROSARIO


JESÚS CONOCIDO Y AMADO EN LA MEDITACIÓN DEL ROSARIO 

 El 7 de octubre celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, la cual ha propiciado que el mes de octubre sea considerado como el mes del Rosario. Jesús dice en Juan 12, 26: “Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará”. Pues bien, no hay nadie que haya dado un mayor servicio a Jesús que su Santísima Madre. La Iglesia ha destinado el mes de octubre para honrarla. Por mucho tiempo se acostumbró que este mes se acudiera al templo a rezar el Rosario, mientras niños y niñas ofrecían flores a María. Pero esta hermosa devoción se fue enfriando en las últimas décadas, hasta que casi se perdió.

Pero hay una cosa que aún se puede hacer, y que hay que recuperar y revalorar: el rezo del Rosario en casa. Ciertamente no hay práctica religiosa que pueda superar la Eucaristía, ya que se trata del sacrificio de Cristo en la cruz, traído al presente de manera incruenta. Pero después de la Misa, el Rosario ocupa un lugar único; por algo el Papa León XIII le dedicó once encíclicas y dos cartas apostólicas, por eso, es conocido como “el Papa del Rosario”; y Juan Pablo II, en 2002, escribió la carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”.

Rezar el Rosario no tiene por qué causar temores pensando que se desplaza a Dios para poner en el centro a María; por el contrario, como escribió en su carta el santo pontífice polaco, el Rosario está “orientado al centro cristológico de la fe cristiana, de modo que, mientras es honrada la Madre, el Hijo sea debidamente conocido, amado, glorificado” mediante la contemplación de los misterios de la salvación.

Así lo señaló Pablo VI: “Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas”. Ahora que las familias están físicamente juntas por la cuarentena, hay que unirse espiritualmente rezando el Rosario. Esta es la invitación de la Virgen de Guadalupe al afligido Juan Diego un 12 de diciembre de 1531, “No temas…” “No se entristezca tu corazón… ¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?” 

La familia tiene la misión importante de unir generaciones con el rezo del Rosario: acogiendo a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, para unirnos todos en solidaridad. Mediante el Rosario llevamos a Dios las alegrías y las tristezas, las angustias y las esperanzas de nuestra familia, de nuestro pueblo, del mundo entero. No dejemos de rezar diariamente el Rosario, si es posible todos los días. No será tiempo perdido, sino sabiamente invertido.

P. Adrián Hernández Martínez.

                                                                                                               

                                                                                                                                               


Comentarios

Entradas populares